Uno de los trabajos que tan gentilmente seleccionó el Dr. Alfredo Carballeda, lo escribimos la Lic. Fernanda Sierro y yo. Con mucho orgullo y felicidad les comparto algunos párrafos.
Que lo disfruten!!
El
presente trabajo surge de la necesidad de reflexionar sobre una temática de
gran actualidad que afecta a la sociedad en general y a la familia en
particular, como es la violencia, y sobre las modalidades de intervención
profesional desde del Trabajo Social conjuntamente con el aporte del enfoque
sistémico.
En
la tradición bíblica, con la descripción de la primera familia, aparece
registrado el primer caso de violencia familiar: la muerte de Abel en manos de
su hermano Caín. Vemos, entonces, que la violencia es tan antigua como la
familia, y un problema de relación se dirime con la agresión física.
El
relato bíblico comienza con la pareja humana, su desobediencia, la adquisición
del conocimiento del bien y del mal, la violencia y, como respuesta, el
castigo. Desde esta aproximación, la violencia queda encuadrada en el concepto
de moralidad. Una secuencia lineal claramente definida la puntúa con el
establecimiento de un victimario y una víctima, un agresor y un agredido, un
culpable y un inocente.
Para
ilustrar este trabajo, realizamos una entrevista a la señora R. A., de 58 años
de edad, madre de 5 hijos, oriunda de Santa Fe, residente actualmente en la
ciudad de Chacabuco, quien asesinó a su marido con un arma de fuego, luego de
sufrir, ella y sus hijos, maltrato y violencia física, verbal y psicológica
durante todo su matrimonio.
A
modo de síntesis, la señora R. perdió un embarazo a causa de los golpes
recibidos durante el mismo. Luego tuvo mellizas, y su último hijo nació con una
discapacidad mental ocasionada también por los golpes que su marido le propinó
durante el embarazo. Su vida toda fue un calvario. Su soledad, desprotección e
indefensión, y la falta de respuesta de la justicia y demás instituciones la
llevaron a tomar una importante y dolorosa decisión: asesinar a su esposo.
A
continuación se transcribe la entrevista realizada:
R.: - Me
llamo R. A., tengo58 años. Soy viuda y
tengo 5 hijos, 2 míos de soltera y 3 de mi matrimonio. Mis hijos tienen 40, los hijos de mi matrimonio 35, mis hijas
son gemelas, 36 años Marcelo, él es especial.
Trabajadora Social: - ¿Como
conociste a tu marido?
R: - A mi marido lo conocí en
Santa Fe cuando tenía 17 años. Anduvimos un año de novios y después nos casamos, él era
también de Santa Fe pero yo me casé embarazada. Ese bebé no nació por los
golpes.
T.S.: - ¿Como era la relación con
tu marido cuando eran novios?
R: - Mi relación con mi marido
cuando éramos novios era buena, después que me casé empezó, en el noviazgo nunca manifestó hechos de
violencia. Decía la madre que le pegaba pero yo nunca lo vi.
T.S.: - ¿Tu suegra te contó que el
era golpeador?
R: - Mi suegra me contaba cómo era
él pero yo no sabía si decía la verdad porque ella era alcohólica.
T.S.: - ¿El padre de él cómo era?
R: - El padre de mi marido era
golpeador, era el comisario del pueblo, era como un caudillo. Mi suegra me
contaba que cuando mi marido nació su padre no lo quería y que sabía ponerle el
revolver en la cabeza cuando él no hacia lo que su padre quería.
Pero la imagen a los 14 años que él
tenía del padre era muy buena, después
se fue a vivir con el padre.
T.S.: - ¿Cuándo te casaste con quién
te fuiste a vivir?
R: - Yo estuve trabajando con cama
adentro en Santa Fe, era doméstica.
T.S.: - ¿Estabas embarazada?
R: -Sí, pero ese hijo no nació
porque él me pegaba, estaba de 7 meses
T.S.: - ¿Cuando empezó a
golpearte?
R: - Cuando nos casamos, a los
7 meses y pico, estando embarazada.
T.S.: - ¿Qué es lo que crees
despertaba el enojo o la ira de él?
R: - No lo sé, porque estábamos
bien, yo siempre hacia lo que el quería. De momentos estaba bien y de momentos
se ponía mal. Siempre estaba disconforme.
T.S.: - ¿Cuál era tu reacción en
ese momento cuando él te golpeaba?
R: - En ese momento yo lloraba y
disparaba pero él siempre me iba a buscar, donde me encontraba me sacaba de los
pelos, yo le tenía mucho miedo.
T.S.; - ¿Qué edad tenías en ese
momento?
R: - 17 o 18 años
T.S.: - ¿Tenías la ayuda de tu
familia?
R: - No, eso fue lo que más me
embromó.
T.S.: - ¿Qué pasó con tus padres?
R: - Mi papá falleció cuando yo
tenía 8 años y mi madre vivía en otro lado con mi hermana, en san Francisco de
Córdoba. Cuando murió mi papá éramos 13 hermanos y empezó a repartirnos unos
para un lado y otros para otro lado, me crié sola trabajaba cama adentro hasta
que me casé.
T.S.: - ¿Cómo fue que llegaste a
Chacabuco?
R: - Aquello se había convertido
en un infierno. El me decía que él era así por mis cuñadas, que eran terribles,
le llevaban cuentos míos. Eran sus hermanas, únicos familiares pero muy
problemáticas. Pensó él que si nos veníamos acá iba a ser mejor, fuimos primero
a Arrecifes con un primo de mi marido y luego vinimos a Chacabuco.
T.S.: - ¿Acá en Chacabuco nació
algún hijo?
R: - Si, acá nació Marcelo, ahora
tiene 36 años, es discapacitado mental.
T.S.: -¿Fue algo genético? ¿Qué
pasó?
R: - Fueron los golpes, a los 4
meses me despegó la placenta, se crió sin oxígeno en el cerebro, con la
placenta golpeada.
T.S.: - ¿Después tuviste a tus otras hijas?
R: - Tuve a Verónica y a Estela
que son gemelas.
T.S.: - ¿Durante todo este tiempo él
estuvo golpeándote?
R: - Sí.
T.S.: - ¿Pudiste buscar ayuda en
algún momento?
R: - Sí, fui a la comisaría, al Juzgado de Paz. Lo
metían preso y luego lo soltaban. Lo que pasa que yo no tenía ayuda de mi
familia, estaba sola, por eso también se aprovechaba.
T.S.: - ¿Fuiste a algún centro de atención? ¿Estuviste con
psicóloga?
R: - Después que pasó lo que pasó…estuve
con psicóloga.
T.S.: - ¿Que lo provocaba a
golpearte?
R: - Iba a jugar al fútbol, él jugaba al fútbol, y como
su equipo no ganaba me pegaba. Un día fui acompañarlo porque el se le ocurrió
que debía llevar a los chicos y me golpeó delante de toda la gente.
T.S.: - ¿Tu marido era empleado?
R: - Sí, de la Cooperativa Eléctrica.
T.S.: - ¿Cuál era la visión que
tenía la gente de afuera de él?
R: - Que era una buena persona,
muy servicial, muy gaucha.
T.S.: - Es decir que era violento
en su casa.
R: - Con el correr del tiempo
comenzó a golpear también en la cancha.
T.S.: - ¿Cómo era la relación con
sus hijos?
R: - Era pésima, siempre me tenía
que meter yo para que me pegue a mí y no le pegue a los chicos.
T.S.: - ¿Le pegaba a los chicos?
R: Sí, a Marcelo y a Verónica; a Estela no, pero la
maltrataba psicológicamente, que era una inútil, que no servía para nada, que
para qué iban a la escuela si no la iban a terminar, que eran burras igual que
la madre… como yo no terminé la primaria...
Yo venía de trabajar y me
encontraba con las chicas arrodilladas en maíz en el patio llorando, yo me
metía y me golpeaba…todo así.
Un día llegué a casa y me
encontré con mi hija colgada de pies y manos en el garage, decía que si no le
decía quien era el tipo que andaba conmigo la iba a matar, mientras tenía un
serrucho en su cuello. Entonces yo me tenía que trenzar con él para que dejara
a mis hijas. Y me golpeaba.
T.S.: - ¿Cuánto tiempo estuviste
casada?
R: - Treinta y pico de años.
T.S.: - ¿Alguna vez intentaste
separarte?
R: - Sí, muchas veces, tenía 7 días Marcelo cuando me
dio una patada en la panza, me agarró una hemorragia, estuve internada en el
hospital casi me muero. Después me echó con Marcelo y tuve que ir a la casa de
mi suegra porque no tenía donde ir. Me fui a Santa Fe, mi suegra me dijo: `tenés
que dejarlo porque un día te va a matar.’ Un día fue a buscarme y me saco a mi
bebé, Marcelo, y se lo trajo para acá es así como me tuve que volver.
T.S.: - ¿El te prometía después
que sucedían estos hechos de violencia que iba a cambiar?
R: - Sí, él me prometía, pero
andaba bien 20 días, un mes y después volvía a golpearme.
T.S.: - ¿Y cómo fue el desenlace
de esta historia? Contame qué pasó aquel
día.
R: - Lo que pasa que a lo ultimo
me agredían todos, mis hijas, mi yerno y él lo festejaba. Puso a todos en mi
contra. Yo me fui enfermando, me di cuenta que estaba sola, desprotegida, que
lo único que tenía era a Marcelo….él me abrazaba, me tocaba, pero él también
estaba mal, nervioso, la medicación no le hacía efecto, no dormía de noche.
Todos me pegaban, se reían, me
humillaban, me cargaban…eso me fue trabajando todo el tiempo y le tomé bronca…
tanto odio.
T.S.: - ¿Que pasó ese día?
R: - Ese día me levanté mal, estaba
mi sobrina. Unos días antes él me había golpeado y me había rajado la cabeza.
Me vio el médico de policía, fui con mi abogada, hice la denuncia, pero entró y
salio. Y yo estuve dos horas en la comisaría, con la cabeza rota.
Cuando llegué a mi casa, ya había
salido de estar detenido. Les dije: ‘me va a volver a golpear’, y me
contestaron: ‘son lesiones leves señora, no son graves’…y yo tenía la cabeza
toda rota… me puse a llorar y mi abogada me dijo qué quería que hiciera, ‘esa
es la justicia que tenemos, tenés que seguir denunciando hasta que te escuchen.’
Pero yo no doy más, no sé, están
esperando que me mate.
Entonces lo mire al oficial y le
dije: ‘¿así que ustedes quieren lesiones graves? Bueno, entonces van a saber de
lesiones graves, yo no voy a dejar que me maten porque tengo un hijo que me
necesita’. Porque si lo dejo con él, lo va a golpear a mi hijo y nadie va a hacer
nada.
Cuando regresé a casa estaba
junto a mi hija Verónica y me dijo: ‘viste, yo entro por una puerta y salgo por
la otra, yo tengo plata pago y listo.’ Hablé con él y le dije que si no me
quería más que se fuera, que me dejara
la casa que yo me encargaba de mantener a mis hijos.
Me dijo ‘o te mato o te vas a ir
sola’, porque él quería que yo me vaya
sola, pero no en Chacabuco quería que me vaya lejos, que dejara a Marcelo, que
me olvidara de todo. Yo le dije que no me iba porque no pensaba dejar a Marcelo
solo, que mi hijo vale mucho más que mi vida, que pase lo que pase no me iba a
ir.
Bueno me dijo, ‘entonces vas a
salir de la casa en un cajón.’ Yo lo mire y le dije: ‘vamos a ver quien
sale primero en un cajón. Yo no doy más o vos me matas a mí o yo te mato a vos.
Vos tenés un sueldo mejor que el mío y podes irte, mis hijos necesitan estar
con su mamá.’ El no aceptó. Llamó a mis hijos de Santa Fe y les dijo que su
madre iba a vivir poco. Ellos me pidieron que me fuera, porque me iba a matar.
Mi miedo era morirme pero no por
la muerte en sí, sino porque dejaba sólo a mi hijo Marcelo que tanto me
necesitaba.
T.S.: - ¿Vos tuviste siempre armas
en tu casa?
R: - No.
T.S.: - ¿Entonces tuviste tiempo
de pensar en lo que ibas a hacer?
R: - El tenía un revolver, pero yo
conseguí uno. Yo no quería matarlo, quería hacer algo para asustarlo. Que
alguien me escuchara, llamar la atención porque por lo visto nadie oía y si
oían se hacían los zonzos.
Ese día yo vine de trabajar, le había
pegado a Marcelo, lo tiró contra la pared, le pegaba la cabeza contra la pared,
me meto yo y me pega a mí. Estuve muy
deprimida, no sabía qué hacer, si me iba a la calle dónde iba con Marcelo. Me
acosté todo el día con mi hijo. Luego me levanté, fui a la iglesia a buscar un
cura, necesitaba hablar con alguien pero no me atendió. Salió la secretaria y
me dijo que estaba ocupado. Sentí que se me cerraban todas las puertas. Regresé
a casa y me acosté, pensaba qué iba a hacer de mi vida. Luego debí llevar a mi
sobrino que había venido a casa. Pasé por el supermercado y compré mercaderías.
Cuando llegué a casa estaba todo
oscuro, me dio miedo, mucho miedo entrar, pero me animé a entrar por Marcelo
que estaba arriba del auto. Mi marido estaba durmiendo, le pedí que me ayudara
a sacar las cosas del auto y comenzó a agredirme de palabra. Como pude bajé a
Marcelo y las cosas. Le dije que así no podíamos vivir más, le pregunté qué era
lo que le pasaba, me contestó que así iba a estar hasta que yo me muera, que me
fuera porque me iba a matar. Le volví a decir que no me iba a ir, que mi hijo
estaba ahí y no lo iba a dejar. Seguimos discutiendo y comenzó a golpearme, yo
le tiré con todo y él con un cuchillo me cortó una ceja.
Me encerré en la pieza con
Marcelo que dormía. Yo tenía miedo, no sabía qué actitud él iba a tomar, trabé
la puerta con todo lo que tenía, la mesita de luz, todo….esperé; luego de un
rato sentí el silencio. Pensé que se había ido, pero no, estaba en la pieza
chica. Entonces me agarró como una desesperación, pensé: “mato a Marcelo y me
mato yo”, pero luego me dije: “nosotros nos morimos y él va a quedar libre del
todo. Eso es lo que él quiere.”
Entonces me acerqué a la pieza y le descargué el revólver
encima.
T.S.: - ¿Cuál fue la reacción de
tus hijas?
R: - Fueron a gritarme de todo a
la comisaría, querían saber cuánta plata tenía el padre, lo único que les
importaba era lo material, querían la tenencia de Marcelo. El abogado de la Cooperativa había
venido y les había dicho que iban a tener ayuda, yo no sabía del seguro de vida
que tenía que estaba a nombre de Marcelo y algo era mío. Pero yo no sabía nada.
Él nunca me contaba nada. No veía ningún papel. Yo no sabía leer ni escribir.
Después de esto empecé a leer y estoy yendo a la escuela.
T.S.: - ¿Cuánto tiempo estuviste
detenida?
R: - Cinco años y salí por buena
conducta. La condena fue de ocho años. El resto lo cumplí afuera con una
condicional. Todo fue muy duro, porque yo pensaba en Marcelo.
T.S.: - ¿Te arrepentiste de lo que
hiciste?
R: - Sí que me arrepentí, pero no
me quedaba otra, yo golpeaba las puertas de todos lados y nadie hacía nada, me
indignaba, yo denunciaba, él pagaba y salía y al rato estaba en casa
golpeándome a mí o a mis hijos. A la Justicia no le importaban mis golpes sino que
pagara la fianza. Me sentía usada por la Justicia , yo exponía mi cuerpo para que los demás
ganaran dinero .Ya a lo ultimo casi no denunciaba.
T.S.: - ¿Esas denuncias te
sirvieron para disminuir la condena?
R: - Sí sirvieron, en total eran
veinte años, pero lo que más me ayudó fue la situación de mi hijo, pero también
me ayudé yo misma con mi conducta como mujer, en Chacabuco sabían que yo
siempre trabajé y me dediqué a cuidar a mis hijos. Eso me ayudó dentro y fuera
de la cárcel.
T.S.: ¡Gracias!
BREVE ANÁLISIS DEL CASO DE LA SEÑORA ENTREVISTADA
“Si no está en tus
manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la
actitud con la que afrontes ese sufrimiento”
Víctor Frankl
Reiterando lo expuesto
en la presentación de este caso, se realizó una entrevista
a la señora R. A., de 58 años de edad, madre de 5 hijos, oriunda de Santa Fe,
residente actualmente en la ciudad de Chacabuco, quien asesinó a su marido con
un arma de fuego, luego de sufrir, ella y sus hijos, maltrato y violencia
física, verbal y psicológica durante todo su matrimonio.
Analizando su historia
de vida, podemos decir que la señora R.A. es una mujer que proviene de una
familia de bajo nivel sociocultural, criada en casas de familia, quienes fueron
los que no sólo le brindaron trabajo sino también contención, sobre todo en
algunos momentos de sometimiento y
desvalía, ya que ella no contaba con familia
que la sostuviera.
Cuando conoce a su esposo
tenía tan sólo 17 años, edad en la que su personalidad e identidad aún estaban
en formación.
R. A. pierde a su padre
siendo muy niña, a la edad de 8 años. Si consideramos que la ley en una familia
está representada por el padre o quien represente el rol de padre,
fortaleciendo, la presencia de éste, la puesta de límites y la contención
afectiva, podemos decir que la muerte de su papá y la falta de una figura que
lo remplace pudieron haber llevado a R. A. a estar siempre en una relación de
sometimiento, sin saber cuáles eran los límites, llegándoles éstos siempre de
una manera extrema, como por ejemplo, a través de la pérdida de un embarazo, de
la discapacidad del otro hijo por los golpes recibidos durante el embarazo y de sus propias dolencias físicas ocasionadas
por el maltrato.
R. A. estaba en una
constante búsqueda de límites y de justicia. Al no poder encontrarlas, dio
continuidad a su historia de sometimiento a través de la llegada de su marido a
su vida, formando con él un vínculo del mismo tipo. Entre ambos existía una
relación complementaria, es decir, de desigualdad; en este tipo de relaciones,
la violencia toma forma de castigo. Uno de los actores reivindica una condición
superior a la del otro y se arroga el derecho de infligirle un sufrimiento,
muchas veces cruel, a quien coloca en una clase inferior a la suya, en este
caso R.A.
Continuando con el
relato, la madre de su esposo trata de advertirle sobre la conducta violenta de
su hijo, pero ella no la escucha o hace caso omiso a la advertencia. Luego
puede corroborar los dichos de su suegra cuando pierde el embarazo. Así y todo
no se va de la relación, elige quedarse. Podría pensarse que no cuenta con recursos internos ni sociales en los cuales
sostenerse.
En toda relación de
maltrato la promesa de cambio siempre aparece; en esta historia se da a través
de la mudanza de la pareja desde Santa Fe hasta Chacabuco, cambian de lugar físico
alejándose así de la familia de origen del marido que perturbaba a la pareja,
con la intención de poder seguir juntos, pensando tal vez que esa decisión
podría ser la solución a sus conflictos. Rosa no se pudo hacer responsable de
lo que le sucedía y puso esta responsabilidad en el afuera, en las hermanas de
su esposo. A su vez, no pudo dejar de creer en su esposo.
El nacimiento de Marcelo con
una discapacidad sigue confirmando la relación de maltrato.
En los dos grandes
episodios de violencia ya mencionados,
podemos decir que hubo una falla en el funcionamiento de los relais de los
tres niveles involucrados en la relación. No denunciaron la situación de
violencia familiar y las consecuencias físicas ocasionadas a R. A. y al bebé ni
los integrantes del sistema familiar o de la red social contigua a la familia
(1er. nivel), ni individuos exteriores al sistema familiar y a su red, como
asistentes y/o trabajadores sociales, servicios de salud mental, grupos de
asistencia y de ayuda (2º nivel), ni instituciones como la policía, hospital,
justicia (3er. nivel).
Se desconoce si esta
información y el detalle de los datos que hoy brinda la señora R- A. estaban al
alcance de los profesionales que actuaron en ese momento. ¿Habría, tal vez,
ocultado R. A. esta información por temor?
Hay una segunda
advertencia por parte de su suegra sobre la peligrosidad de continuar con esta
relación. Tampoco es escuchada por R. A. Esta, a su vez, forma con Marcelo un
vínculo muy estrecho, quizás debido a la mala alianza marital que tiene con su
esposo, o tal vez por sentir culpa por haber dado a luz un hijo con una
discapacidad ocasionada por los golpes recibidos, situación en la cual ella no
supo cuidarlo o protegerlo bien. Este apego excesivo que R. A. tiene con
Marcelo, además de ser una actitud de dependencia física, impide la entrada del
padre a la relación, lo cual podría considerarse también un factor desencadenante
de violencia. Podría interpretarse que su lugar de hombre de familia no estaba
respetado y ya no bastaban las palabras.
También podría suponerse
que el maltrato que recibían sus hijos Marcelo y Verónica, se debía a que ellos
eran los más débiles. Verónica, por su lado, tenía un importante parecido físico al padre y Marcelo, por el
otro, una firme y simbiótica relación con su madre.
Dentro de la violencia
las relaciones de poder se destacan; el esposo de R. A. tenía la fuerza del
poder, manifestada en el dinero, la casa, las toma de decisiones. Es así como
los hijos formaron alianzas con el más fuerte. R. A. marcó también su lugar de
poder con Marcelo, “Marcelo era suyo”. Esto se pone de manifiesto cuando ella
se va con su hijo, su esposo viaja y se lo trae, debiendo luego ella regresar
para rescatarlo.
Toda la familia forma
vínculos violentos, los hijos y los yernos también son violentos.
El maltrato a sus hijos
se da en momentos precisos, como por ejemplo cuando R. A. estaba por regresar
del trabajo; podría decirse que utilizaba a la hija como una manera de entrar
en el vínculo de violencia, es decir, como un disparador más de violencia. A
través de este poder ejercido, los hijos sienten miedo y continúan haciendo alianza
con su padre.
R. A. toma a Marcelo
como escudo, como excusa para quedarse, aunque implícitamente tampoco quería irse
y dejar sus cosas. Ninguno de los integrantes de la pareja quería terminar con
este vínculo de sometedor- sometido por no tener un yo más firme, con recursos
que le permitieran dar fin a esta relación patológica. En palabras de Perrone y Nannini (2006, 5ª reimpresión) en la violencia castigo el actor emisor considera que debe comportarse
así y a menudo el actor receptor está convencido de que tiene que conformarse
con la vida que le imponen.
La relación vincular llega al extremo de
pensar en matar. Al no encontrar límites de otro tipo, o al no saber poner
límites, toman como una salida posible
del problema el límite extremo que es la muerte.
Podríamos preguntarnos ¿cuál
era el grado de violencia del marido de R. A.? Ya que él siempre había tenido un
arma y nunca la usó. Y ¿cuál era el grado de violencia de R. A.? Ella que nunca
había tenido armas terminó matándolo.
Rosa no puede reconocer
el límite y entonces lo coloca en un grado extremo, descarga el cargador del revólver en el cuerpo
de su esposo que se encontraba durmiendo.
Reiterando los dichos de Reynaldo
Perrone (2006, 5ª reimpresión), todos
somos capaces de actuar hasta con violencia extrema, según las circunstancias
en las que creamos estar expuestos.
Ella busca
desesperadamente los límites en las instituciones: la justicia, la policía, la
iglesia, pero no los encuentra, porque no se los brindan o porque no puede
verlos. R. A. se siente desbordada por la situación en un grado tal que no
puede advertir su propio riesgo, es entonces que en ese desborde siente miedo.
En su interior R. A.
estaba buscando ponerle fin a la situación vivida y sabía que el fin era la
muerte. En primer lugar pensó fríamente en matar a Marcelo y luego matarse ella,
pudo analizar las ventajas y las desventajas de esta decisión. Esta frialdad
emocional es característica de la naturalización de la violencia, aún cuando se
esté hablando de muerte. Pensar en matar como algo natural, sin la carga
afectiva que ello implica.
Ante la muerte de su
padre, las hijas no pueden reclamar nada más que algo material, ya que ellas
solo estuvieron presentes en la relación con sus padres a través de la
violencia. Estos padres no mostraban afecto, eran más bien indiferentes, por
eso lo afectivo está ausente.
R. A. se siente victimizada
por la sociedad y la familia. Se arrepiente y justifica su accionar en la falta de respuestas por parte
de las instituciones, en la falta de
posibilidades alternativas de salida del problema de violencia. Como una
paradoja, alguien que mató se siente víctima.
La carencia de la ley en
la familia y en la sociedad le da la impunidad y la habilita para el homicidio.
ABORDAJE DE LA PROBLEMÁTICA DE LA VIOLENCIA DESDE EL
TRABAJO SOCIAL
La problemática de la
violencia muestra la necesidad de repensar las prácticas profesionales en este
campo y la necesidad de construir nuevos perfiles institucionales que puedan
dar cuenta de estas nuevas expresiones de lo social en nuestro país.
La intervención
profesional desde el Trabajo Social implica generar estrategias de recuperación
de aquellas situaciones fragmentadas desde donde se nos llama a intervenir. El Trabajo Social debe contribuir a impulsar la más amplia defensa de
los derechos sociales vulnerados, y la preservación y aumento de la calidad de
vida de las personas que se acercan a nuestros lugares de trabajo. Brindamos
apoyo, sostén, acompañamiento y ayudamos a que estos sujetos sociales
desarrollen al máximo sus potencialidades y sean considerados sujetos de
derecho, activos, reflexivos, capaces de cambio y modificación de su entorno
La combinación de intervenciones es lo
que le da especificidad al Trabajo Social y uno de sus rasgos más específicos
es la multiplicidad de caminos por los que el trabajador social llega a los
sujetos sociales. El Trabajo Social interviene en diferentes áreas de problemas
sociales, entre ellos la problemática de la violencia familiar, y con personas
y grupos pertenecientes a distintas clases e identidades sociales. Su fin
principal consiste en “hacer progresar la especie humana, tornando mejores las
relaciones sociales, ya sea tomando a los individuos uno por uno, trabajando
con las familias, con grupos de diversa índole (recreativos, barriales,
sindicales), a nivel colectivo, participando en el diseño e implementación de
reformas sociales y legislativas, y desarrollando investigaciones sociales”
(Mary Richmond en Bibiana Travi 2006).
A los trabajadores sociales nos compete
la consulta, la prevención, la orientación, el asesoramiento, el seguimiento y
la resolución de las problemáticas que se nos presentan, a través del
acompañamiento y del contacto directo. Es nuestra función agudizar el ingenio,
la creatividad, los conocimientos, los recursos legales, las redes sociales,
para responder sin que la impotencia nos invada.
El Trabajo Social es una profesión
comprometida con la vida, con los seres humanos, y sus derechos, caracterizada
por la aceptación y el respeto por las diferencias culturales, educativas y de
pensamiento, que pone su metodología y técnica a disposición del devenir del
hombre, de su realización y plenitud, en las distintas etapas de la vida. Estos
aportes técnicos que le son propios se expresan dentro de planes, programas y
proyectos con fuerte contenido social.
Por otro lado, abordar el tema de
“violencia familiar” no es sencillo. Transitar por la vida es crecer en medio
de la violencia generada por la vida en general: estructuras rígidas,
autoritarismo, conocimiento de guerras, e incluso aquella violencia propia,
difícil de reconocer, como pensamientos, palabras pronunciadas, acciones y
omisiones, realimentando una y otra vez el círculo violento. La violencia
siempre genera violencia y es sabio preguntarse: ¿cómo salir de ella? Una
manera de lograrlo es con decisión personal, ayuda y acompañamiento familiar,
comunitario e institucional.
Desde lo profesional, y especialmente
en el abordaje de la violencia familiar, el trabajador social hace las veces de
relais, es decir, apunta a que los integrantes de la familia protagonistas del
acto violento encuentren o aprendan sus propios sistemas de regulación, su
función está destinada a “injertar” el regulador. A su vez, debe integrar un
equipo de trabajo interdisciplinario, ya que los problemas que atañen a la
familia no pueden ser resueltos exclusivamente desde un área, lo cual permitirá
comprender los patrones de funcionamiento de esa familia desde diferentes
disciplinas. La interdisciplina es una fortaleza a tener en cuenta, ya que
aporta diferentes miradas sobre la misma problemática, permitiendo así
profundizar el análisis sobre la misma. Encontrar una manera nueva y diferente
de enunciar la realidad que se presenta como dada.
Además, es necesaria una adecuada orientación hacia los padres,
familias y toda la comunidad, formando conciencia sobre la violencia familiar
antes de que la misma se instale como integrante familiar y social. Otro
dispositivo a tener en cuenta es el trabajo en red con las diferentes
instituciones que abordan la misma problemática.
La prevención también es un recurso
óptimo para contrarrestar este flagelo familiar y social que limita el
desarrollo de los sujetos sociales como seres bio- psico-sociales-culturales.
Se entiende por “prevención” a la
preparación y disposición que se toma por anticipado a fin de impedir un
riesgo. El propósito de una adecuada “prevención” se traduce en mejor
convivencia social, desarrollo pleno del individuo y elevación de la calidad de
vida.
La prevención primaria
facilita la reflexión y el compromiso social. La prevención secundaria estimula al
individuo para que pueda ejercer su autonomía, se lo valoriza ante el resto, se
promueve su propio respeto y por lo tanto ser respetado. Esta prevención
corresponde a los programas que tienden a reducir las incapacidades producidas
por un trastorno y tiende a disminuir la instalación del trastorno mismo. En el
caso específico de violencia familiar se puede trabajar en forma individual o
en pequeños grupos constituidos para tal fin contando con un equipo
interdisciplinario para atender al tratamiento efectivo de la víctima y su
entorno. La prevención terciaria
abarca las dos primeras y corresponde a actuar como equipo en la rápida
rehabilitación y reinserción de la persona en su medio familiar, social y
laboral. La función del equipo consiste en la recuperación de la persona, y en
la orientación a los familiares sobre cómo actuar ante esta problemática, ofreciéndoles
contención, ayudándolos a verbalizar los miedos y los fantasmas, y dando
contención para descargar angustias.
Se proponen, entonces, como estrategia
de intervención desde el Trabajo Social, estos tres niveles de prevención.
Estas estrategias de intervención son estrategias básicas y dispositivos de la
intervención en lo social, de modo complementario con intencionalidad
transformadora respecto de la situación de padecimiento inicial.
En síntesis, es función del trabajador
social reforzar la prevención, estimular el interés por mejorar las relaciones
interpersonales, ayudando a tomar conciencia de los valores propios de cada
persona, de sus expectativas y de sus metas.
Desde el Trabajo
Social se busca generar no sólo procesos de integración y adaptación social,
sino procesos de conocimiento con la participación de las personas, con el fin
de que desarrollen una mayor capacidad de análisis respecto de sus realidades
humanas para intentar transformarlas.
Una situación problemática no se genera
por sí sola, aislada, individualmente, sino que es manifestación particular de
un fenómeno general. Descubrir la motivación del usuario para cambiar constituye
una clave esencial para el trabajador social en su intervención.
El abordaje de la problemática en
cuestión, desde el Trabajo Social, y según lo referido por Silvana Rodríguez
(2009), puede consistir, además de lo desarrollado anteriormente, en las
siguientes intervenciones:
·
El trabajo con el sujeto, su
participación.
·
El acceso a la vida cotidiana y a
la perspectiva del sujeto, lo cual permite acceder a su mundo de
significaciones, a sus representaciones sociales, y desde allí, identificar los
puntos estratégicos desde los cuales intervenir.
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El saber científico que permita la
comprensión y la explicación de los social, para contribuir así a mejorar la
calidad de vida de las personas
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Interdisciplina, o lectura de
distintas disciplinas de las problemáticas sociales complejas.
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En trabajo en red, el contacto con
otras instituciones y otros profesionales que estén abordando la misma
problemática.
·
La investigación, como herramienta
de poder, de visibilización, de conocimiento, de denuncia.
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Participación en la elaboración e
implementación de políticas sociales.
Siguiendo con la línea de análisis
desde lo social, Carballeda (2008) manifiesta que el padecimiento de la falta
de espacios de socialización y de construcción de sentidos que conecten al
sujeto con el todo, constituyen la puesta en escena de un teatro donde los
guiones cambian en forma abrupta y dejan a muchos actores sin palabras, sin
voz. Tal el caso de la violencia familiar.
En
este sentido, podríamos definir a la intervención profesional como un
procedimiento que actúa y hace actuar, que produce expectativas y
consecuencias, que implica una inscripción en ese otro sobre el cual se
interviene, quien a su vez genera una “marca” en la institución y desencadena
una serie de dispositivos e instrumentos en ésta.
Se pretende la reparación del tejido
social, contribuyendo a la restitución de derechos vulnerados, visibilizando
capacidades, saberes, potencialidades, aportando al desarrollo de la autonomía
del sujeto, permitiendo en consecuencia, recuperar sentidos, pertenencia, y
plantear proyectos con visualización de futuros. El nivel ideal de abordaje
deberá ser, por lo tanto, el familiar, interviniendo con el sujeto y su
familia.
Lic. Maria Eugenia Guerrini
Si queres ver el trabajo completo, te dejo este link