"El grado del éxito de un hombre lo determina el dominio que tenga sobre sí mismo, mientras que la profundidad de su fracaso lo determinará la forma en que se abandone..."
Leonardo Da Vinci

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lunes, 12 de enero de 2015

HABLEMOS SOBRE RESILIENCIA...








Cuando los japoneses reparan objetos rotos, enaltecen la zona dañada rellenando las grietas con oro. 
Ellos creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso. 
El arte tradicional japonés de la reparación de la cerámica rota con un adhesivo fuerte, rociado, luego, con polvo de oro, se llama Kintsugi. 
El resultado es que la cerámica no sólo queda reparada sino que es aún más fuerte que la original. En lugar de tratar de ocultar los defectos y grietas, estos se acentúan y celebran, ya que ahora se han convertido en la parte más fuerte de la pieza.
Kintsukuroi es el término japonés que designa al arte de reparar con laca de oro o plata, entendiendo que el objeto es más bello por haber estado roto.

Llevemos esta imagen al terreno de lo humano, al mundo del contacto con los seres que amamos y que, a veces, lastimamos o nos lastiman.
¡Cuán importante resulta el enmendar!
Cuánto, también, el entender que los vínculos lastimados y nuestro corazón maltrecho, pueden repararse con los hilos dorados del amor, y volverse más fuertes.
La idea es que cuando algo valioso se quiebra, una gran estrategia a seguir es no ocultar su fragilidad ni su imperfección, y repararlo con algo que haga las veces de oro: fortaleza, servicio, virtud...
La prueba de la imperfección y la fragilidad, pero también de la resiliencia —la capacidad de recuperarse— son dignas de llevarse en alto.

Etimológicamente, la palabra resiliencia se define como resistencia, el modo en que un cuerpo vuelve a su posición luego de sufrir una alteración o presión deformadora. Del latín resiliere significa “volver a entrar saltando” o “saltar hacia arriba”. 

Podemos definirla como la capacidad de los seres humanos de superar los efectos de una adversidad a la que están sometidos e, incluso, de salir fortalecidos de la situación (Aldo Melillo, 2004). Tiene que ver con los recursos y la capacidad humana que le permiten a las personas enfrentar, sobreponerse y salir fortalecido o transformado por las experiencias de adversidad (Grotberg, 1995 en Melillo, 2004),  es decir, la habilidad que desarrollan para surgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva.

La resiliencia es una combinación de factores que permiten a un niño y al ser humano en general afrontar y superar los problemas y adversidades de la vida y construir sobre ellos, es un modo de ver salidas posibles en situaciones que parecen no tenerlas, es ser creativo, es tener sentido del humor, es valorarse y valorar a los otros, tiene que ver con el modo de aprender de las experiencias y capitalizarlas, con el modo de establecer lazos profundos y saludables convivencias con las personas (Liliana Calvo, 2009).

La adopción del concepto de resiliencia dentro del contexto de las ciencias humanas, sucede casi al azar. Relata María Piedad Puerta de Klinkert (2002), que la doctora Emy Werner observó durante un tiempo el proceso de desarrollo de un grupo de niños hawaianos que habían nacido y crecido en medio de familias con diferentes problemas. Y descubrió que, algunos de ellos, en contra de lo que se esperaba, crecían convirtiéndose en adultos felices, bien adaptados y creativos. A este estudio le siguieron otros que confirmaron el hallazgo, lo cual dio lugar a nuevas investigaciones a fin de identificar los factores que favorecen la activación de la resiliencia. Esto trajo aparejado la adopción de un nuevo enfoque de los problemas, un enfoque que atienda y trabaje con las fortalezas, las posibilidades, las oportunidades, en lugar de hacerlo con las debilidades y las amenazas.

¿Cómo se desarrolla la capacidad resiliente?

-        Estableciendo vínculos saludables y de cuidado dentro de la familia.
-        Promoviendo la resiliencia y la autoestima desde los distintos espacios de la comunidad
-        Trabajando con una perspectiva familiar y social

Más adelante desarrollaremos estos puntos.

Los seres humanos tenemos la capacidad para devenir resilientes y poder enfrentar los eventos negativos y las situaciones de adversidad que nos afectan. Y en este proceso necesitamos del otro como punto de apoyo para la superación de esa adversidad. El secreto está en ayudar a las familias a fortalecerse, a reconocer sus fortalezas y confiar en ellas, y a adquirir mayor conciencia social para promover cambios que reduzcan la inequidad y el sufrimiento.

Hay una frase que llamó poderosamente mi atención y me sirvió de guía en momentos difíciles de mi vida. Es la siguiente: “el ser humano sabe hacer de los obstáculos nuevos caminos, porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer”(Ernesto Sábato).


Y miren esta foto que tomé en el patio de mi casa!! Una flor nacida en una pequeña grieta.

La vida puede y debe encontrar grietas para renacer. Los seres humanos estamos equipados con las herramientas necesarias para enfrentar los eventos negativos de la vida cotidiana. Y en ese enfrentamiento nos hacemos más fuertes, más confiados en nuestras fortalezas, más sensibles a las adversidades de los otros, y adquirimos mayor conciencia social para promover cambios que reduzcan la inequidad y el sufrimiento.

Intervenir desde el enfoque de la resiliencia es posible, son muchas las disciplinas interesadas en hacerlo. Desde el Trabajo Social, y en especial desde la Socioterapia, se utiliza como herramienta para abordar los distintos sectores de la sociedad (salud, educación, economía etc.), y en especial para trabajar con familias en todas las etapas de su ciclo vital (infancia, adolescencia, adultos mayores, etc.) y con la diferentes problemáticas que puedan afectarla (violencia, discapacidad, embarazo adolescente, etc.), con el fin de fortalecer sus capacidades de superación mediante el uso de la creatividad.

Algunos factores favorecedores de resiliencia individual son la autoestima, la autoconfianza, los vínculos afectivos amigables, los lugares y personas que otorguen contención, una visión optimista de la vida, la posibilidad de desarrollar responsabilidad, la capacidad de tomar decisiones, lo que estimule o permita la realización de los objetivos de vida, la inserción social, etc. Si pensamos a la resiliencia como proceso dinámico entre factores de riesgo y recursos existentes en el individuo, en las familias y en los contextos micro y macro sociales, podremos interpretar la resiliencia como adaptación positiva a la adaptación activa y transformadora (Bersten, Cavilla de Carrara en Calvo, 2013), se podrán impulsar programas sociales que faciliten su desarrollo. Según estas autoras, se ha pasado de un modelo de riesgo basado en las necesidades y la enfermedad, a un modelo de prevención y promoción que busca activar  y desarrollar las potencialidades y los recursos de las personas y su entorno.

El enfoque de la resiliencia permite reconocer y potenciar aquellos recursos personales e interpersonales que protegen el desarrollo de las personas y su capacidad constructiva.

A menudo, los trabajadores sociales nos encontramos en nuestro quehacer cotidiano con personas o grupos que viven situaciones adversas, situaciones difíciles o imposibles de superar. Sin embargo, la realidad nos muestra que no todas las personas sometidas a situaciones de riesgo sufren padecimientos. Hay quienes las superan y aún más, salen fortalecidas de esas situaciones.

Graciela Sarquís y Liliana Zacañino (en Melillo, Suárez Ojeda y Rodriguez, 2004) determinan una serie de aspectos que consideran deben fomentarse para favorecer comunidades resilientes. A estos aspectos los denominan “pilares de la resiliencia” y son los siguientes: pilar de la capacidad de relacionarse, pilar de la autoestima y concepción positiva de uno mismo, y pilar del sentido del humor.


Es importante remarcar en este punto la noción de autoestima, que como vemos está íntimamente ligada a la resiliencia. Debe trabajarse, entonces, con el abordaje de ambos aspectos desde una perspectiva individual, familiar y social para que la promoción de la calidad de vida sea una labor colectiva y multidisciplinaria.

2 comentarios:

  1. Muy buen recorte, interesante, sin dudas la resiliencia es la palabra clave en la socio terapia.

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  2. Gracias Mariela! te invito a que sigas visitando el blog y a que lo compartas! saludos!!

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