"El grado del éxito de un hombre lo determina el dominio que tenga sobre sí mismo, mientras que la profundidad de su fracaso lo determinará la forma en que se abandone..."
Leonardo Da Vinci

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jueves, 1 de enero de 2015

HABLEMOS SOBRE AUTOESTIMA

Virginia Satir, que de niña decía que cuando fuera grande sería “detective de niños para investigar padres”, a través de su práctica profesional llegó a la conclusión de que la familia es un microcosmos del mundo, y para entender al mundo podemos estudiar a la familia: poder, intimidad, autonomía, confianza, habilidad para la comunicación, aspectos vitales que fundamentan nuestra forma de vivir en el mundo. Así, para cambiar al mundo tenemos que cambiar a la familia.


También pudo visualizar que la vida familiar es como un témpano de hielo. La mayoría sólo percibe la décima parte de lo que sucede. Algunos sospechan que ocurre algo más, pero no saben qué es ni cómo averiguarlo. Por eso es muy importante trabajar con las familias en el desarrollo de la autoestima individual y familiar. Esto dará lugar a una mayor comprensión entre individuos, al cuidado personal y de los demás, y darán a nuestros hijos fundamentos firmes a partir de los cuales puedan desarrollar su fortaleza e integración.

Es sabido, y cada vez se está tomando más conciencia de ello, que así como un ser humano no puede realizar su potencial sin una sana autoestima, tampoco puede hacerlo una familia ni una sociedad cuyos miembros no se respetan a sí mismos, no valoran su persona ni confían en su mente.

La autoestima es una necesidad humana fundamental. Su efecto no requiere ni nuestra comprensión ni nuestro consentimiento. Funciona a su manera en nuestro interior con o sin nuestro conocimiento.

Mucho se dice sobre autoestima, y son muchos los conceptos que circulan. Me parece oportuno hacer referencia en primer lugar al origen etimológico de la palabra estima: ésta deriva del latín aestimare, que significa valorar, apreciar, reconocer el mérito.

La autoestima es la evaluación que efectúa y generalmente mantiene el individuo con respecto a sí mismo. Expresa una actitud de aprobación o desaprobación e indica en qué medida el individuo se cree capaz, importante, digno y con éxito. Pero es aún más que ese sentido innato de nuestra valía personal.

Nathaniel Branden en su libro Los seis pilares de la autoestima, (2013, 1ª. edición en Argentina) define a la autoestima como la confianza en nuestra capacidad de pensar, en nuestra capacidad de enfrentarnos a los desafíos básicos de la vida; la confianza en nuestro derecho a triunfar y a ser felices; el sentimiento de ser respetables, de ser dignos, de tener derecho a afirmar nuestras necesidades y carencias, a alcanzar nuestros principios morales y a gozar del fruto de nuestros esfuerzos.

Stanley Coopersmith (1969) considera a la autoestima como la parte evaluativa y valorativa de nosotros mismos, constituida por el conjunto de creencias y actitudes de una persona sobre sí mismo. En 1981, Coopersmith corrobora sus definiciones afirmando que la autoestima es como la evaluación que una persona realiza y mantiene comúnmente sobre sí mismo, se expresa a través de sus actitudes de aprobación y desaprobación, indicando el grado en que cada persona se considere capaz, significativa, competente y exitosa. Añade además que no está sujeta a cambios transitorios, sino más bien es estable al tiempo aceptando que en determinados momentos se dan ciertos cambios, expresado en las actitudes que toma sobre sí mismo.

Esta valoración se puede dar en distintos ámbitos (ámbito social, familiar y escolar) y depende del mundo empírico del individuo.

La esencia de la autoestima es confiar en la propia mente y saber que somos merecedores de la felicidad. Es una fuerza motivadora, inspira un tipo de comportamiento e influye directamente en nuestros actos. Hay una retroalimentación permanente entre nuestras acciones mundanas y nuestra autoestima. El nivel de nuestra autoestima influye en nuestra forma de actuar y nuestra forma de actuar influye en el nivel de nuestra autoestima.

Con una autoestima alta será más probable que me esfuerce ante las dificultades. Con una autoestima baja lo más probable es que renuncie a enfrentarme a las dificultades. Si me respeto y exijo a los demás que me traten con respeto, me mostraré y comportaré de manera que aumente la probabilidad de que los demás respondan de forma apropiada. Cuando lo hagan, mi creencia inicial saldrá reforzada y confirmada. Si no me respeto a mí mismo y acepto la falta de respeto o el abuso transmitiré inconscientemente este trato y algunas personas me tratarán de la misma forma.

El valor de la autoestima radica en que nos permite vivir mejor, responder a los desafíos y a las oportunidades con mayor ingenio y de forma apropiada, y afirmar nuestras capacidades y habilidades, y entender nuestras limitaciones. El no aceptarse a sí mismo, el no valorarse, el no amarse y no respetarse, el vivir criticándose da origen a varios de los conflictos en los seres humanos: dificultades en el trabajo, no poder concretar relaciones afectivas saludables, enfermedades, etc. Cuando los padres no se valoran, es difícil que valoren a sus hijos y que puedan transmitirles el autocuidado.

Una persona con alta autoestima se valora, es honesta, es responsable, es compasiva e íntegra, logra dar y recibir amor, se tiene confianza, valora a los demás y los respeta, y ante una crisis siente que puede superarla y confía en sí misma para salir adelante.

Una persona con baja autoestima piensa que vale poco, desconfía de los demás, cree que puede ser maltratada o menospreciada, teme, se aísla, no se arriesga, se desespera ante una situación que no se resuelve como ella necesita.

El nivel de la autoestima tiene profundas consecuencias en cada aspecto de nuestra existencia, impacta en todos los órdenes de nuestra vida: determina la persona que elegimos como pareja, la carrera que estudiamos, el trabajo que conseguimos, los amigos que frecuentamos, los proyectos que emprendemos; determina  la forma de actuar en nuestro trabajo, nuestro trato con la gente, la forma de relacionarnos con la pareja, con los hijos, con los amigos, y en el nivel de felicidad que alcancemos.

Un buen desarrollo del sentido de valía personal y de autonomía se correlaciona significativamente con la amabilidad, la generosidad, la cooperación social y con un espíritu de ayuda mutua. El comportamiento de una persona es directamente proporcional al concepto que tiene de sí misma.

La integridad, sinceridad, responsabilidad, compasión, el amor y la competencia, todo surge con facilidad en aquellos que tienen una elevada autoestima. Tienen la sensación de que son importantes, de que el mundo es un buen lugar, pueden pedir ayuda a los demás y a su vez confiar en sus propias capacidades.

La autoestima es una necesidad, es decir, la necesitamos para funcionar eficazmente. Es una necesidad porque nos proporciona una contribución esencial para el proceso vital, es indispensable para un desarrollo normal y saludable y tiene valor para la supervivencia. Podemos decir también que es una necesidad urgente, ya que su ausencia altera la capacidad para funcionar, por eso decimos que tiene valor de supervivencia. Como lo expresa Maslow, en su jerarquía de las necesidades humanas, donde ubica a la necesidad de autoestima en segundo lugar.

Una autoestima positiva es, según Branden (2013), como el sistema inmunitario de la conciencia, que proporciona resistencia, fuerza y capacidad para la regeneración. Por lo tanto, ante situaciones de adversidad estaremos mejor preparados para sobreponernos teniendo una alta autoestima.

En la intervención socioterapéutica se puede trabajar con la autoestima del consultante. El tratamiento se dirige a dos aspectos o componentes de la autoestima: 

-        La eficacia personal
-        El respeto a uno mismo

La eficacia personal es la sensación de confianza frente a los desafíos de la vida. Significa confianza en el funcionamiento de mi mente, en mi capacidad para pensar y entender, para aprender, elegir y tomar decisiones; confianza en mi capacidad para entender los hechos de la realidad que entran en el ámbito de mis intereses y necesidades; en creer en mí mismo; en la confianza en mí mismo.

El respeto a uno mismo es la sensación de considerarse merecedor de la felicidad. Es reafirmarme en mi valía personal, en mis pensamientos, mis deseos y mis necesidades.

La eficacia personal y el respeto a uno mismo son un pilar doble de una autoestima saludable; si falta uno de ellos, la autoestima se deteriora. 

Podemos decir, entonces, que la autoestima es la disposición a considerarse competente para hacer frente a los desafíos básicos de la vida y sentirse merecedor de la felicidad.














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